miércoles, 2 de febrero de 2011

CONDUCTAS REPROBABLES VOL.14



Los devoradores de rebajas

¿Merece la pena esperar una cola de 20 personas para comprar unos pantalones por 15 euros que antes costaban 20? por supuesto.

¿Merece la pena placar a la señora del abrigo de bisón por esa bufanda que antes costaba 50 euros y ahora 49,90? por supuesto.

¿Es lícito que de 5 cajas para pagar, haya sólo una que esté atendiendo al público y encima la chica/o que atiende sea bipolar? por supuesto. Lo que hay es lo que queda!!! vuelva cuando quiera, gracias!!! Pero esto de qué va?

En rebajas todo vale amigos míos. El control mental es algo no muy explorado a día de hoy, pero está patente en las manipulaciones psicológicas que los comercios ejercen sobre la población. Lo seres humanos somos vulnerables a ciertos estímulos, ya sea la etiqueta fosforita o el '99 de los precios, porque todo lo que lleve '99 siempre parece que es barato. Pantalones a 10'99 (que antes estaban a 11 euros), madre mía están tirados de precio! me llevo 15!!! o este ferrari cuesta 200.000'99 euros, lo que nos indica (y eso lo sabe cualquier ser humano o no) que está tirado de precio. Y como lleve un texto legal que ponga "hasta fin de existencias", significa que lo tienes que comprar ahora mismo, así tengas que vender órganos vitales o subastar a familiares a mafias extranjeras.

Las rebajas es uno de esos períodos que sacan a relucir las conductas reprobables con más brillo y fulgor que cualquier otro. Señoras apiñadas a primera hora de la mañana en los centro comerciales, gente empujándose, personas que arramplan con varias prendas de varios números e índole. Pero Mari, si eso no te está bien, tú pesas 80 kilos y eso es de la talla 36! pero da igual está rebajado, me lo llevo y si no pues se lo regalo a alguien! Hasta dónde vamos a llegar por dios!!! Eso sin contar que si el límite de prendas para entrar en un probador es de 5 por ejemplo, esa cifra se puede duplicar y multiplicar. Que más que ir de rebajas la gente parece que se a un campamento de refugiados.

Pero lo realmente relevante es que si nuestra cartera quedó severamente vapuleada tras las navidades, que mejor muerte y más digna que ir a las rebajas para que la pobre muera en el fragor de la batalla, con las costuras rotas y los compartimentos de las tarjetas dados de sí. Porque está claro que comprar con dinero de plástico parece que no nos escuece, hay tantas maneras de pagar verdad? pago aplazado, cómodas mensualidades y un sin fin de fórmulas para que nos endeudemos hasta la sepultura.
Paso a leer el testamento de Rogelio García: Deja a sus hijos, el reloj de cuerda de plata, la colección de sellos y 10 mensualidades de la secadora que compró en unos grandes almacenes.
Ahora eso sí, el día que miramos en Internet la cuenta o que vamos con la cartillita al banco (esto lo utiliza más gente además de los ancianos?) nos da un soplo en el ventrículo izquierdo y se nos queda la cara como se le quedó a los niños de japón cuando se enteraron de que doraemon era un sueño.

A gastar los dineros! dinamitad la economía! sugestión mental en las compras! Marujas zombies! Señores en la puerta esperando! Colas interminables para productos de ínfima calidad! El mundo al revés ha llegado!!!

2 comentarios:

  1. ja ja ja ja! tremenda reflexión sobre la bipolaridad cajeril.

    En las rebajas, como en la vida, siempre hay que esperar colas y es cuando vemos a los duchos en el tema dejando al amigo/familiar/novio/bolso/carro/mojón de carretera/bajiza/cono/bolla en la cola mientras hace como que se le olvida algo cuando en realidad va revisando por quincuagésima segunda vez la tienda entera.

    Interesante el efecto boomerang de las rebajas. La gente se pilla lo que sea, de la talla que sea y en el estado que sea. Luego Alfreda llega a casa ve que no le caben los pitillos, que las botas hasta las rodillas vienen una con tacón y otra sin él, que el gorro esquimal no lo va a usar tanto como creía y por supuesto que las miradas fulminantes de Manolín la van a llevar de nuevo a la tienda para devolver todo.

    La ironía radica en que este comportamiento lo que hace es engrosar las colas, pues son las mismas para pagar y para devolver el producto. Este feedback influye directamente en la parte más coñazo de las rebajas y nadie se da cuenta hasta que le tienen que amputar los pies a la altura de los tobillos.

    Lo del dinero de plástico no lo entiendo. Cierto que llevar 3 kilos de calderilla en el bolsillo no es bueno para la espalda, pero la gente que compra tirando de tarjetas y luego se lleva las manos a la cabeza cuando llegan las facturas me parecen subnormales profundos. Es como el que mete la mano en un cubo de ácido y no se da cuenta de lo que ha hecho hasta que el anestesista le dice que cuente hacia atrás.

    Efectivamente el uso del 99 es exquisito y quizás por eso el año 1999 fue disfrutado y temido a partes iguales por el tema del "fin de la existencia".

    Milenarismo sí, gracias.

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  2. Tremendo... como siempre... Tremendo.
    Todo está estudiado para que en las Rebajas te lleves las sobras a mayor precio que si no te las hubieras comprado nunca... Reprobable...

    Un abrazo.

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