miércoles, 1 de septiembre de 2010

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Leaving Caniland

Los canis, ese fenómeno socio-economico-político que vivimos en muchos puntos de la geografía española. En unos sitios son canis, en otros channis, en otros bacalas o coloquialmente como se les ha conocido toda la vida... horteras toca pelotas.

Hace tiempo, hubo un documental que Antena 3 l(a cadena objetiva y con datos contrastados por excelencia) emitió en la que muy acertadamente aseveraba "Sevilla es cani", había un grupo de chicos (todos ellos abogados y notarios, recién licenciados) que definía a la tribu urbana cani (por llamarla de alguna manera) como aquella persona que "se mide por respeto". Una explicación muy acertada de un grupo que básicamente, además de motitos y cochecitos y música techno y flamenqueo barato, se dedica a tocar los cojones, robar y pelarse con todo aquel que no "les respete", entiéndase como "les respete", todo aquel que no comparta su filosofía de vida o roce con el aliento a alguno de su grupito, que aunque sea el tonto del grupo, en ese momento espacio-tiempo que vislumbran bulla, es su colega más querido y por ellos, riegan a hostias a todo aquel que se encuentre en su radio de acción.

Pero remontémonos años atrás. El cani no es una moda, no es una tendencia estética pasajera de dudoso gusto , el "Canismo" (llamémoslo así) es una forma de vida, es una tribu urbana más que como los heavys, los technos, los grunges, los hippies o los pijos ha evolucionado con el tiempo.

A principios de los '90 los canis no era más que unos pobres chavales, desarraigados de la sociedad que buscaban un hueco en el ranking de las tribus urbanas. No eran yonkis, no eran calorritos, no eran bacalas... eran una mezcla de eso y mucho más. Eran pequeños individuos canijillos (de ahí lo de cani), muy mafias y de barrios conflictivos que forjaron una nueva filosofía "joder al prójimo que previamente, con conocimiento o no, me ha jodido a mi". En aquel entonces la estética era básica y se fueron heredando, como la propia filosofía, fragmentos de otras tribus urbanas. Los chaquetones de los Raiders, los bulls o cualquier otro equipo de baloncesto americano que fabricara Starter, aquella marca que arruinó los bolsillos a más de uno. Por otra parte, las botas de montaña Bestard, llenas de calcetines hasta las trancas, que más que unas botas de montañero, parecía las mismísimas botas de un astronauta en misión intergaláctica, porque en aquel entonces, como a finales de los 80 y principios de los 90 quien más chapas tenía en la gorra era el que más molaba, los calcetines marcaban el rango de cada cani. Si el cani por efecto de los calcetines de sus botas, se mantenía en pie sin perder el equilibrio y sin ejercer presión con los músculos de las piernas, era suficientemente cani.
Por otra parte el pelado, el corte de pelo a lo "coronita" causó furor en el sector, toda la cabeza rapada, menos una especie de coronita de pelo que bordeaba el melón del individuo. Y como todo, quien más coronita poseía en longitud y altura, más cani era.
Otro de los elementos de principios del movimiento fue como no, los "pendientes". Los "pendientes" como se conocía en aquel tiempo, fueron objeto de culto en aquel entonces, desde la discreta argollita de plata hasta las argollas como hulla-hops de oro en cada oreja, hicieron las delicias de los adeptos al movimiento. Y una vez más, como en otros ejemplos de complementos, quien tenía lar argollas más grandes, más cani era.

Pero los Canis, no se iban a quedar atrás, no podría ser que el el inexorable paso del tiempo hiciera estragos en su modo de vida, en su manera de entender la existencia. Por lo tanto, llegó la nueva etapa en la que los canis fueron abandonando poco a poco ciertos elementos como los chaquetones y las botas de montaña. El cani como ser humano es sabío y busca ante todo la comodidad, por lo tanto, sustituyó los vaqueros, las botas y los chaquetones por los chandales. Una prenda cómoda, igual de cara y con el mismo nivel de "calzabilidad". Por otra parte, el complemento de calzado fueron los Nike "muelle". Un tipo de zapatilla para deportistas de alto rendimiento, al que se dotó de una nueva finalidad: calzarlo. Al igual que en la fase anterior, cuantos más muelles se tuviera mejor. Y en el caso del chandal, los blancos puros y los colores chillones, servían de cánones para los jóvenes afiliados al movimiento.
Respecto al pelo, las coronas se rebajaron en longitud y sobre todo en altura, se moderaron las dimensiones, pero se mantuvo el estilo.
Fue una época digamos de transición que sobre todo buscaba la comodidad y se basó en el principio del "carpe diem". Es decir, aquí y ahora me vas a dar la cartera, el reloj, las zapatillas o la moto, según el caso.

La última etapa, perteneciente a los años 2000, el cani ha bebido de diversas fuentes para marcar definitivamente su estilo. El cani ya no es un chaval, no busca ropa deportiva cómoda, el cani ahora busca moda. Por lo tanto, hace uso de su memoria fotográfica para plagiar modelos de los maniquíes de cualquier tienda de INDITEX. Pero no sólo copia, el cani complementa. Porque qué sería del textil sin los complementos? Nada amigos, nada. Por lo tanto, el oro en cantidades ingentes, símbolo de nobleza y clase, es un complemento ideal. Hay que mencionar que el oro es un elemento común a todas las épocas de la filosofía cani. Bien, pues el caso es que el oro en todas sus formas y colores (leones, escudos del Sevilla-Betis, caras de camarón, símbolos del dólar (por qué no el euro?, pues porque el cani entiende de fluctuaciones bursátiles, joder. Es un soldado de Wall Street) Pero bueno, el oro es en realidad un complemento común a varias fases. Lo relevante de de esta época son los piercings y los tatuajes, porque el cani bebe de muchas fuentes como ya hemos comentado, y no sería justo que sólo los heavys o los marineros puedan gozar de tan ilustre y antigua tendencia. Las caras de parientes, los tribales, los semblantes de vírgenes o cristos, leones, serpientes, pitbulls o cualquier otro animal agresivo como escorpiones, son parte ahora de la dermis de nuestros amadísimos amigos.

Después de esta última etapa se han ido alternando unas etapas con otras, los chandales con el añadido de la gorra de "coronilla", moda actual con crestas en vez de coronitas, inquietudes por la tecnología, las redes sociales. Las motos "empepinadas" los coches "tuneados" en el peor sentido del concepto "tunning" y los bailes de guantazos y empujones y la joven paternidad han sido temas de conversación en las altas esferas del Canismo.

En definitiva, el cani no es una lacra, en realidad es una víctima de una sociedad intelectualmente superior, en la que intentan hacerse un hueco, haciendo suyas tendencias de otros grupos. Gracias a graves complejos de inferioridad y carencias afectivas el cani se ha hecho a sí mismo, creando una coraza de oro, moda y marcaje corporal que le blinde de una sociedad que no los acepta.

Podría disertar horas y horas sobre el tema y nombrar cómo marcas como Nike han hecho proliferar este movimiento, como la música flamenca, símbolo de la cultura española ha sido mancillada por aficionados baratos de la buena música. Como el break beat acabó con toda otra tendencia musical en las discotecas o como los corales, las panderetas y las pulseras-anillos hicieron el agosto de muchas joyerías. Pero claro, sería mucha literatura para un movimiento que tarde o temprano desaparecerá paulatinamente como el anarquismo o los aficionados a Bea "La Fea".

Eso amigos, ha sido todo y en la próxima entrega hablaremos del léxico y gramática cani y técnicas en la que con una pregunta como "Tienes un cigarro?" Puede derivar en quedarte con todo el dinero y los efectos personales de cualquier transeúnte.

Un abrazo y tengan cuidado ahí fuera.